Estrellas de tinta, Junio: Un Mundo Nuevo.

 

TW: al final del relato.

 

Un Mundo Nuevo

 

Algún lugar de Norteamérica. Enero de mil uno.

 

Alyssa se despertó en un bosque junto a lo que parecía un altar para sacrificios. Aunque era invierno, iba bastante abrigada y los mamodos eran capaces de soportar los cambios de temperatura mucho mejor que los humanos.

Aún estaba aturdida por el viaje, pero se puso en pie y se sacudió las hojas secas y las ramitas de césped que se le habían pegado a la ropa. En otro momento y en otro lugar, se habría dicho que llevaba un vestido gótico, pero aún tendrían que pasar muchos años para que la palabra «gótico» llegara a Europa y muchos, muchos años más, para que llegara al continente americano. Alyssa era una niña mamodo de doscientos noventa y ocho años, que es el equivalente a doce años humanos. Tenía el pelo largo y negro. Lo llevaba recogido con dos trenzas que le bajaban hasta la cintura. El vestido azabache le llegaba hasta las rodillas. Las enaguas y el corpiño eran del mismo color, al igual que las medias y los zapatos de hebilla con tacón bajo que calzaba. Su piel blanca resaltaba entre tanta oscuridad. Y las marcas negras, que salían de sus ojos hacia arriba y hacia abajo, parecían tatuajes tribales.

Echó a andar hacia el norte, como le indicaba su libro. Apenas había amanecido y el bosque estaba tranquilo. Podía oír los pájaros piando sobre los árboles.

Después de muchas horas caminando, encontró a unas mujeres que recogían ramas en el bosque. Alyssa se acercó a ellas y las saludó:

—Buenos días. ¿Podrían decirme en que lugar me encuentro?

Las mujeres se la quedaron mirando con el rostro descompuesto. Tenían la piel rojiza y el cabello negro y lacio. Sus ropas eran completamente diferentes a las que llevaba la mamodo.

Huyeron mientras gritaban:

—¡Un demonio! ¡En el bosque hay un demonio!

Alyssa no estaba dispuesta a esperar a que vinieran más humanos a buscarla. Ya le avisaron de que esa gente era muy supersticiosa y que lo mejor era alejarse de ellos mientras no pudiera usar sus poderes.

La mamodo se internó en el bosque y se alejó tanto como pudo de esas personas. Era muy rápida. A pesar de su corta edad, había entrenado su cuerpo para ser veloz, fuerte e invencible. De los cien mamodos que habían ido al mundo humano a competir, ella estaba en el puesto trece. Era la chica con el número más alto en la lista. Que le hubieran otorgado el libro negro no era casualidad.

Siguió su camino hacia el norte. Recorrió bosques, cruzó ríos. Hacía frío y la nieve la sorprendió en más de una ocasión. Los animales hibernaban y las plantas estaban secas. Apenas podía encontrar alimentos, pero en los ríos había peces y en los árboles se ocultaban roedores y pájaros.

La falda se le enganchaba continuamente en las ramas de los arbustos. Se preguntaba si había sido buena idea ir vestida así a un combate, pero su madre insistió en que esa ropa la protegería tanto del frío como del calor. Además, le dijo que si quería ser reina, tenía que acostumbrarse a llevar ropa acorde con el rango. Ella misma le había hecho el vestido con tejido mágico, así que Alyssa no se preocupaba si se manchaba o se lo rasgaba, ya que al día siguiente estaría de nuevo impecable.

Tras muchas semanas de camino, su libro, por fin, le indicó que su compañero no estaba lejos. Alyssa aminoró la marcha y, con mucha desconfianza, se acercó a un poblado. Avanzó entre los árboles y oyó el canturreo de una niña. Se acercó y sintió un escalofrío que le recorrió la espalda. Delante de ella tenía a una chiquilla de trece años. Era un poco más alta que Alyssa. La niña tenía la piel rojiza y el pelo negro lo llevaba largo y suelto. Vestía ropas hechas de piel de cervatillo. Se quedó mirando a la mamodo petrificada y dejó caer unas ramas que había recogido en el bosque.

—No tengas miedo —le pidió Alyssa.

—¿Eres un demonio? —le preguntó la niña.

Alyssa asintió con la cabeza. La niña se cubrió la boca con las manos sin dejar de mirar a los ojos a la mamodo.

—Soy un demonio, pero no voy a hacerte daño. Mi nombre es Alyssa y te necesito para desarrollar mis poderes.

La mamodo se acercó a la chica, que estaba demasiado aterrada como para moverse. La tomó de la mano y la alejó de la aldea. Cuando se hubieron retirado un poco, la subió a su espalda y echó a correr.

La chica aún estaba muda de miedo. Cuando se adentraron en lo más profundo del bosque, Alyssa se detuvo,  la sentó en el suelo y se agachó frente a ella.

—Eres mi compañera. Sé que puedes sentirlo. Por favor, háblame sin miedo. ¿Cómo te llamas?

—Salali.

—Hola, Salali, yo soy Alyssa.

Alyssa le contó lo que eran los mamodos, que habían sido seleccionados cien de ellos para luchar en ese mundo junto a cien humanos y que el ganador se coronaría Rey de los Mamodos durante los próximos mil años. Salali la miraba atónita.

—¿Puedes leer este libro? —le preguntó Alyssa entregándole su libro negro.

—No sé leer —le respondió Salali—. Nunca había visto una cosa parecida a esta.

—¡¿Cómo que no sabes leer?! —exclamó extrañada.

—Las mujeres no solemos aprender. Nosotras solo servimos para criar hijos y encargarnos de la cosecha.

—¿Y te parece bien?

—No me parece ni bien ni mal. Pero es lo que hay y no se puede cambiar —añadió con tranquilidad.

Alyssa no podía creer lo que oía.

—Entonces, ¿tú única aspiración es casarte y tener hijos?

—Claro. Además, me convertí en mujer hace dos lunas, así que mi padre ya está buscándome un marido.

—¿Buscándote? ¿No lo puedes elegir tú?

—¡¿Yo?! —gritó alarmada—. No, no, las mujeres nos casamos con el hombre elegido para nosotras. Mi padre duda entre cuatro candidatos. Dos de ellos son bastante jóvenes, con un poco de suerte, mi esposo será un hombre apuesto.

Alyssa sentía tanta repugnancia que no lo podía disimular. Necesitaba dejar de pensar en la vida tan miserable que le esperaba a su compañera, así que volvió al tema del libro.

—Abre ese libro y mira los caracteres. ¿Los entiendes?

Salali obedeció sin muchas esperanzas, pero se le iluminó la cara al mirar las páginas.

—¡Los entiendo! ¡Comprendo esta línea que está escrita de diferente color! —gritó entusiasmada.

—Pues léela —le ordenó Alyssa con una sonrisa.

—Primer conjuro: ¡Reis! —canturreó Salali.

Una bola negra de energía salió de la mano de la mamodo y derribó un árbol.

Salali se quedó con la boca abierta y se puso a bailar alrededor del árbol caído. Decidieron que vivirían juntas. La chica se negaba a abandonar el poblado, pero se comprometió a entrenar a escondidas con la mamodo y a luchar a su lado cuando las encontraran otros. Alyssa accedió de mala gana. Le habría gustado liberar a su nueva amiga de esa vida tan desgraciada que le esperaba, pero no la consiguió convencer.

 

La mamodo vivía escondida en la cabaña de Salali, porque su aspecto era demasiado pintoresco y, ni cambiándose de ropa, habría podido pasar por uno de ellos. La nativa estaba emocionada por tener una amiga secreta con la que se pasaba las noches hablando sobre el futuro que le esperaba y le confesaba que soñaba con que su padre eligiera a uno de los jóvenes que la pretendían ya que era guapo y fuerte.

Unos días después, Salali entró en la cabaña llorando. Le contó a su amiga que su padre había elegido por fin a su futuro esposo y no solo no era el joven que le gustaba, sino que era un viudo, mucho mayor que ella, que siempre le había repugnado.

—¡Larguémonos de una vez! —le ordenó la mamodo—. ¡¡No te resignes a darle hijos a un hombre con el que no compartirías ni la misma hacha de hierro para cortar leña!!

—No puedo hacer eso. Sería una deshonra para mi padre. Bastante tengo con ser la hija de una mujer que murió tras su primer parto. Su segunda mujer ha tenido seis hijos y aún goza de buena salud, en cambio, mi madre era débil y todos temen que yo también lo sea. Debo dar las gracias de que haya alguien que se quiera casar conmigo.

—¡¿Te estás oyendo?! ¡¡Tú no eres débil, tu madre no era débil y este sistema de vida que tenéis aquí es una bazofia!! Si le importaras a tu padre te habría comprometido con el chico que te gusta, no con un viejo que te repugna. Si a tu padre le da igual que seas infeliz, ¡¿por qué te preocupas por su honra?!

—Porque el honor es lo más valioso que tenemos los humanos.

Alyssa estaba fuera de sí, pero se sentó en un rincón mientras refunfuñaba. Salali se limpió la cara y salió para seguir con sus tareas.

Por la noche, mientras Salali dormía, una sombra entró en la cabaña y se acercó a su camastro. Alyssa agudizó la vista y vio a un hombre sobre su compañera. El hombre le tapó la boca a Salali para que no gritara y le dijo:

—Voy a probarte antes de la boda. Y espero que me guste, porque si no es así, te abandonaré para que te desposen los lobos.

Salali lo miraba con los ojos llenos de terror. El hombre bajó la manta que cubría a la chica con la mano que tenía libre, pero antes de que pudiera rozarle la piel, una mano de uñas afiladas le agarró por el cuello.

—Eres un desgraciado ser repugnante —le insultó Alyssa—. Te voy a degollar y vas a morir.

El hombre no podía gritar porque la mamodo le estaba apretando la garganta con fuerza. Lo levantó para que Salali pudiera salir de debajo de él. Cuando la chica abandonó la cama, Alyssa lo bajó lo suficiente como para mirarlo a los ojos.

—Ahora, muere como el miserable que eres. —Le clavó las uñas y lo degolló allí mismo.

Salali se cubrió la boca para no gritar. Alyssa, que mantenía la cabeza más fría que la humana, tomó una manta y puso sobre ella tanta ropa de abrigo, comida y herramientas como encontró. Hizo un atillo y, cogiendo a su compañera de la mano, salieron a hurtadillas del poblado. Una vez en el bosque, la cargó a su espalda y echó a correr a toda velocidad.

La mamodo podía oír el llanto de la chica, pero lo ignoró porque para ella lo principal era alejarla de su gente. Con lo que le había contado, no tenía ninguna duda de que la condenarían a muerte por haber escondido a un demonio que había matado a uno de los suyos. No tenían más opción que huir.

Tras muchas horas de carrera, Alyssa se detuvo al ver un refugio en una pared de piedra. Era pequeño, así que no corrían peligro de que lo habitara ningún animal de gran tamaño. Tras comprobar que estaba vacío, la mamodo hizo que Salali entrara.

—¿Por qué lo has matado? —le preguntó entre lágrimas.

—¿Cómo que…? ¡¿No has visto lo que pretendía hacerte?! —le gritó fuera de sí—. ¡¡Te iba a violar!! Y si no le gustaba, ¡te iba a abandonar para que te devoraran los lobos!

—Ya, pero igual le gustaba. No me has dado opción. Has dado por sentado que no sabría hacerlo.

Alyssa la miraba desconcertada.

—No lo he matado porque te fuera a abandonar, ¡¡lo he matado porque te iba a forzar!!

—Iba a ser mi esposo, era mi deber.

La mamodo no podía ni quería comprender la actitud de su compañera. La miraba con toda la repugnancia que sentía, pero decidió callar. Salió de la cueva y calmó su ira cazando tantos animales como encontraba.

 

Continua aquí:

 https://supeingoreson.wordpress.com/2021/06/10/estrellas-de-tinta-junio-microrrelato-yo-cuidare-de-ti/

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Este relato pertenece al reto literario “estrellas de tinta” organizado por Katty. Podéis leer las bases aquí:

https://plumakatty.blogspot.com/2020/12/estrellas-de-tinta-reto-de-escritura.html?m=1

 

Objetivo: 5.- Cabaña en el bosque.

Objetos ocultos: 20.- Zapatos de tacón y 25.- Césped.

Relato mapa.

Liarla Parda 3/3

Protagonista única femenina (en este caso 2).

Test de Betchler 4/3

1986 palabras.

TW: Intento de violación, asesinato, sangre.

 

4 comentarios en “Estrellas de tinta, Junio: Un Mundo Nuevo.

  1. Uf que onquietante la situación. Es lontriste de a quienes han criado de esa forma, que no entienden que exista otra opción y la mayoría no siquiera aspiran a otra forma de vida porque no lo entienden… Muy bien narrado. Me ha gustadonlamforma de conocerse, el vestido magico es un punto xD, que supiera leer el libro mágico a pesar de no saber leer y la parte sanguinaria bien también, ha sido rapido y no me ha parecido excesivo. Enhorabuena por el relato ^^

    .KATTY.

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    • Muchas gracias por pasarte a leer y comentar.
      Me alegro de que te haya gustado.
      Hace mil años, por desgracia, rara era la sociedad que no educara así a las mujeres.
      En cuanto a la parte violenta… bueno, no me gusta regocijarme en las desgracias ni regodearme en las escenas escabrosas. Ademas, tampoco es que me sobrara espacio para hacerlo.
      Saludos y nos vamos leyendo.

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  2. Buenas tardes

    Como hoy me he tomado unas horas libres, me he dedicado tanto a escribir como a leer.

    Me alegra mucho ver que sigues aquí con historias de mamodos. Esta no me suena, por cierto 🙂 Me ha parecido muy interesante como pintas la resignación de Salali ante su destino. Es cierto que si educas a una persona para ese tipo de futuro, lo verá como algo lógico y normal. De hecho,, incluso, lo considera su obligación. El honor de su pueblo es lo importante, no lo que sientas o desees.

    Pero llega Alyssa y lo trastoca todo. Yo pienso que para bien de Salali.

    Hay una errata en «hombre» aquí: «El homre le tapó la boca a Salali para que no gritara y le dijo:»

    Muy buena historia. Enhorabuena.

    Un saludo.

    Juan.

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    • Muchas gracias por pasarte a leer y comentar.
      Esta historia es de la anterior batalla por el trono. Alyssa es la madre de Brago.
      En esa época rara era la civilización que no tratará así a las mujeres.
      Me alegro de que te haya gustado.
      Saludos y nos vamos leyendo.

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